La definición de “Fisioterapia” afirma que es la terapeútica de los agentes físicos. Aunque no es muy practicada en estos tiempos, realmente existe la “hidroterapia”, que emplea el agua para favorecer la curación, también tenemos la “electroterapia”, que usa la electricidad (fenómeno natural, aunque Sevillana nos lo cobre como si fuera inventado) para bajar la inflamación y aliviar el dolor, y también la “cinesiterapia”, que es la terapéutica del movimiento… habrá algo más físico que el movimiento? En definitiva, que toda expresión de la naturaleza es susceptible de convertirse en arma curativa de nuestra profesión. Es algo así como hacerse con el Copyright de Dios para curar… así de malvados somos los de esta profesión.
Pues bien, uno de los fenómenos más interesantes y que probablemente más desconozcamos de la naturaleza, y que intervienen de forma directa en nuestra salud, es la luz… por supuesto, natural: la luz natural.
Y es que la captación de la luz del sol por parte del ojo, estimula una glándula que se halla justo entre los dos hemisferios cerebrales, que se conoce como pineal (por la forma parecida a una piña que presenta… menos mal que no la llamaron peneal). Dicha glándula, a la que en el pasado se le atribuyeron extrañas peculiaridades, más allá de lo fisiológico (por ejemplo, Descartes… sí, el hombre feo del bigote, llegó a decir que aquí se encontraba el alma, y se quedó tan pancho) actualmente se le considera responsable de la regulación de los ritmos circadianos y la producción de melatonina. Los ritmos circadianos agrupan toda una serie de fenómenos fisiológicos que se manifiestan de distinta manera dependiendo si es de día o de noche… así, lo más frecuente es que tengamos sueño cuando es de noche (aumenta entonces la producción de melatonina), y que tengamos más energía y ganas de hacer cosas por el día, que los ritmos biológicos se atenúen con la luna brillando en el cielo y que se aceleren cuando sale el sol. En definitiva, la glándula pineal es la que regula las actividades correspondientes al día y a la noche… y la captación de la luz natural por el ojo es la que pone en marcha todo este proceso.
Así que si usted tiene insomnio (no tiene sueño cuando en realidad corresponde) o se siente cansado y somnoliento durante el día (cuando debería estar activo) o se pone a intentar caminar y saltar en la cama (eso que llaman síndrome de piernas inquietas) o es incapaz de levantarse de la cama cuando suena el despertador (maldito invento del demonio) pregúntese si usted capta suficientemente la luz, o si vive directamente en la oscuridad y es prima hermana de Darth Vader. Vivir en la oscuridad implica que usted nada más salir de casa se pone sus gafas de sol, o que toda luz la ve a través de un cristal (de sus gafas o de la ventana de su casa) que impide que pase todo el ancho de su espectro, o directamente trabaja debajo de unos fluorescentes… en ese caso, precisa de una terapéutica de luz, que en esta Andalucía nuestra es muy fácil de conseguir, y además gratis. Al menos una hora al día deberíamos poder disfrutar de la luz al natural, sin intermediarios entre nuestros ojos y lo que le rodea. Pruébenlo, queridos amigos… prueben a mirar la realidad y a levantarla de la pantalla del móvil… al menos durante una hora al día. Inviertan en su descanso y en su salud.
Si aún así, usted no llega a sentirse completamente regulado, aquí tenemos unos ventanales enormes abatibles y unos profesionales que le ayudarán a que su pineal dé las piñas más sabrosas del mundo.