Hay veces que cuando hablo con algún paciente, colega, alumno,etc defino al fisioterapeuta como un «aconsejador», aconsejador de posturas, rutinas, ejercicios, actitudes, etc…, es decir, nos pasamos todo el día diciéndole al paciente lo que debe hacer y lo que no, que si nada o corre, que si esta zapatilla o la otra, que si esta almohada o este colchón, que si tal estiramiento, que mejor que no abuses de tal comida. etc. etc. etc.
Esa tarea diaria y continua (no hace falta estar en la consulta para ello) hace que estemos «entrenados » para dar respuestas a infinidad de cuestiones y que es fruto de nuestra formación y experiencia. Es por ello por lo que nos duele mucho profesionalmente cuando el paciente sólo escucha parcialmente los consejos que les damos o antepone consejos de otras personas o «profesionales» que no tienen ningún criterio para opinar sobre su problemática y que normalmente nos ningunea con el fin de tomar protagonismo o de que el paciente pierda la confianza en nosotros.
Para el fisioterapeuta el Consejo de Fisioterapia es un arma tan útil en su trabajo como sus manos y por tanto este consejo está cuidado, medido, mimado y sopesado hasta el mínimo detalle para el bien del paciente.